Desborde de data sobre pintura fresca
Texto por Félix Cordero
Pinturas por Manuel Mera
Cada pintura de Manuel Mera (Santo Domingo, 1996) es como abrir la cabeza de cualquier persona que se haya criado desde infante con una computadora. El exceso de información que se recibe mientras se desplaza para abajo la pantalla y los innumerables estímulos visuales han moldeado la forma en que se concibe al mundo; inquieto y entrelazado, sin espacio para el descanso. Una realidad compuesta por tantas capas como pestañas tengamos abiertas en el buscador durante una noche de insomnio.
Para Manuel, pintar es un descargo mental. Los elementos que configuran sus imágenes viven tanto en el mundo físico como en el archivo que es su memoria, donde los deforma, descomprime y da nueva vida a las formas que constituyen el día a día. Ya sea el patrón de un cuaderno, fotografías vistas en revistas online, escenas de películas, la estatua de un angelito en casa de su abuela, las plantas de su jardín, o un letrero viejo que vio de casualidad en el elevado de la Av. 27 de Febrero, Manuel lo reinterpreta a su antojo para adentrarlo en su mundo.
Mera no tiene miedo a experimentar con cual técnica tenga que implementar para conseguir los resultados que desea. Tras haber pulido sus destrezas en la Escuela de Diseño Altos de Chavón, sus experimentos pictóricos lo han llevado a crear pinturas donde convergen diferentes materiales y soportes. Actualmente se encuentra continuando sus estudios en Barcelona, donde sigue nutriendo su imaginario idiosincrásico que hace de su trabajo tan interesante, que despierta la pregunta: ¿a dónde van todas las imágenes que he consumido a lo largo de la vida?
