Raul Recio

Tras las rejas: sobre los “Ironworks” de Raúl Recio

Raul Recio
Tras las rejas: sobre los “Ironworks” de Raúl Recio

Texto por Rita Indiana Hernández
Fotografías cortesía de Raúl Recio

。◕‿◕。

Llevas un año encerrada con tu familia en un apartamento. Una plaga predecible pero inimaginable ha transformado tu mundo para siempre. Aunque el arte como oficio te ha preparado para la inestabilidad económica y una familia grande para la claustrofobia, te desayunas ataques de pánico y te acuestas recitando oraciones medievales para espantar la peste que encontraste en un librito destemplado de tu abuela. Aunque ahora tienes tiempo, no puedes leer, ni escribir, tu mente corre en mil direcciones y no llega a ninguna parte. En contra de todo lo que te han dicho compras un pasaje a Puerto Plata, República Dominicana, para visitar a tu mejor amigo, Raúl Recio, el artista más prolífico, multifacético e intrépido de su generación. Te vistes de apicultor para cruzar el canal de la mona y aplaudes con manos cubiertas de latex junto a los demás pasajeros cuando el avión aterriza. Raúl te recoge en el aeropuerto y en el camino, sin quitarse la mal amarrada bufanda anaranjada que lleva por máscarilla, te desglosa los pormenores de la actualidad dominicana, un análisis que salpica con citas de Ciorán, Flavio Josefo y Los Kenton. Visualizas lo que crees debe ser su nueva producción, oscuros encuentros pictóricos con la enfermedad y la muerte. Es lo que hubieses hecho tu, que no has parado de escuchar a Sodom y Bathory desde que comenzó el lockdown. Como tantas otras veces, Raúl y tu van en un jeep por un camino de arena de la costa norte, ya no buscan un afterparty, si no el solar donde Raúl supervisa la construcción de una casa cuyo dibujo te mostró por primera vez hace más de 20 años en una fiesta de Alanna Lockward. La casa, cuyo techo de cana coloca un obrero con mascarilla desechable, está a unos cuántos metros de la playa. Caminan hasta ella, Raúl te tiene una sorpresa.

No te cansas de decir que le debes tu obra a este jactancioso gigante que te adoptó a los 18 años y te enseñó a mirar. Esta escuela que se inaugura con Recio, anclada en gestos efímeros, sociología, violencia verbal, física cuántica, historia del arte y mucho brugal, tiene en el mar su aula magna. Allí, entre la arena y las olas, están colocadas las piezas que Raúl trabajó durante la pandemia: delicadas rejas de hierro de un pie y medio alineadas en grupos de siete. La soledad de la playa les fabrica una extraña procedencia, piensas en el extraño muro que divide el norte y el sur en una playa en Tijuana y en el Sky Piece III de Yoko Ono. Te sientas frente a una. Las varillas en el interior del rectángulo arman un romboide que lleno con el azul turquesa del agua del fondo parece un cuarzo que asoma la cabeza. Los motivos que dibuja el hierro en cada reja siguen el camino del paisaje abstracto que Recio lleva explorando más de una década y este paisaje, hecho de aire, es el verdadero “Paisaje invisible” que anticipaba el título de una de sus últimas exposiciones, un paisaje que permite ver y organizar la realidad más allá de la obra. Según Raúl, lo minimal es cruel y estas piezas encarnan este enunciado. La primera impresión de pulcra serenidad se desvanece frente a una lectura desde la arquitectura vernácula dominicana. A partir de los años 80 viste como las rejas, mercadeadas por la inseguridad, colonizaron las puertas y ventanas de las viviendas dominicanas. La reja es el símbolo perfecto de una desigualdad social que abandona a muchos frente a un inevitable destino, la criminalidad y la cárcel o salvar la frontera de sal que se yergue para todos los isleños.

 Una vaca que sale de la maleza y se pasea por la playa te devuelve al contexto de la pandemia donde los “Ironworks” de Recio adquieren su sentido más universal. El virus, invisible y abstracto como estos paisajes, te ha encerrado a ti y a billones de seres humanos, abriendo una pequeña ventana de oportunidad a un planeta asediado por la contaminación y el cambio climático. Esta naturaleza de la que eres parte se asoma, literalmente, por la obra y te invita a mirar más allá de las jaulitas culturales desde las que comprendes la vida. Las ventanas de Raúl no protegen, ni dividen nada, que es al fin y al cabo lo que hacen todas tus interpretaciones. La marea comienza a subir y las rejas a desaparecer.

 San Juan, enero 2021

ironworks raulrecio 2020  14.jpg
ironworks raulrecio 2020  9.jpg
ironworks raulrecio 2020  2.jpg
ironworks raulrecio 2020 1.jpg
ironworksraulrecio2020 3.jpg