Los Bravú

Los Tígueres de la costa

Los Bravú
Los Tígueres de la costa

Texto por Felix Cordero
Pinturas por Los Bravú 

Desde Pontevedra, España hasta El Portillo, Samaná, los Bravú, el dúo de artistas compuesto por las miradas láser de Diego Onil (Pontevedra, 1988) y Dea Gómez (Salamanca, 1989) han hecho y deshecho lo que les ha dado la gana. Tras pasear por los lares del cómic en sus primeros trabajos tras graduarse de la Universidad de Salamanca, y haber experimentado con la escultura e ilustración gráfica, desde hace unos años están inmersos exclusivamente —¿o casi exclusivamente?— en el placer de pintar.

Los Bravú juegan con un estilo que roza lo flamenco — caracterizados por los rostros de sus personajes que recuerdan al trabajo de Juan de Flandes—, las texturas oníricas, elementos tridimensionales asociados a lo griego, lo vaporwave y lo rural. Al unísono de un discurso crítico y apreciativo a nuestra era, donde prima la sobre información, y los diferentes estímulos visuales nos desorientan. El interés por entender cómo se genera la imagen en la era de internet, cómo se manipula y codifica la realidad a través el espacio digital, es una de las características que más fascinantes de su trabajo.

En su primera visita al continente americano, el dúo llega a República Dominicana de la mano de Lyle O’Reitzel, para participar de una residencia- taller donde han dado un giro diferente a sus escenas pictóricas. Inspirados por los espacios comerciales dominicanos, como el colmado, la pescadería, los coqueros, han realizado pinturas que tanto en color y forma inician un nuevo camino en su obra.

Su exposición “E’to Tiguere Tan Bien Chivo”, primera en República Dominicana, estará abierta hasta el 30 de mayo del año en curso en Lyle O’Reitzel Gallery.

“Agarrando el gato”, 2018

“Agarrando el gato”, 2018

“Posado retrato con perro”, 2018

“Posado retrato con perro”, 2018

“El Tiguerito Chivo”, 2018

“El Tiguerito Chivo”, 2018

“Retrato con jilguero”, 2018

“Retrato con jilguero”, 2018

“Sailor Mood”, 2018

“Sailor Mood”, 2018

Antes que cualquier pregunta sobre su residencia y la exhibición en República Dominicana en la galería Lyle O’Reitzel, hay algo básico que quiero saber: ¿Quiénes son Los Bravú? ¿Por qué los llaman “la bestia de dos espaldas”? ¿Están furiosos?

LB: Los Bravú somos Dea Gómez y Diego Onil, y lo del “monstruo de dos espaldas” es porque trabajamos en conjunto y no dejamos nada al ego particular de cada uno. Nos planteamos un nombre en común como si fuera un proyecto musical, cuando una banda busca un nombre para identificar lo que es el proyecto y no tanto la personalidad artística de cada uno de los integrantes, la cual sí es expresada dentro de cada canción, y en nuestro caso, dentro de cada pintura.

Me intriga saber cómo descubrieron que compartían intereses estéticos y podían establecer un discurso unísono.

LB: Empezamos trabajando al principio, muy al principio, por separado. Pero nos ayudábamos en todo, siempre nos echábamos una mano y al final nos dimos cuenta de que unir fuerzas iba a hacer que todo se enriqueciera más y fuera más interesante.

“El Ocaso”, 2018

El Ocaso”, 2018

¿Cuáles son las narrativas que han trabajado tanto el cómic como en la pintura?

LB: Cuando nos referimos a eso, sobre todo el cómic es un arte narrativo; cuenta, hay secuencias y se cuentan historias, hay acciones que tienen un principio, un nudo y un desenlace. Eso marcó mucho lo que nos gusta hacer ahora. Entonces en las pinturas siempre intentamos introducir detalles, crear personajes, que puedas darte cuenta de que ahí dentro está ocurriendo algo.

En las piezas que mostramos en la galería Lyle está “El coquero”, donde se puede ver esa profesión, o lo mismo con “Los pescadores”, quizás la más interesante porque son tres momentos, casi con el mismo personaje; uno ofreciendo el pescado en la mesa central, otro cortando el pescado y lo ves atento de no perder trabajo con la garza que se la intenta robar y otro despistado y perdiendo la pieza del pescado. Pequeñas anécdotas de lo divino y lo humano, cositas que nos vas interesando. A veces tenemos piezas con un carácter narrativo más fuerte como son esas tres, a veces nos ponemos un poco más políticos, a veces nos ponemos más cómicos. Todo depende.

Del tríptico “Pescadores de Samaná”, 2019

Del tríptico “Pescadores de Samaná”, 2019

¿Cómo llegaron a la residencia-taller de Lyle O’Reitzel?

LB: Conocimos a Lyle (O’Reitzel) el año pasado en un roadtrip que se hizo por España y vino a vernos, y tuvimos un encuentro muy divertido en Galicia. Charlando nos propuso la exposición. Nosotros le dijimos que nos encantaría, y conocer América, que es la primera vez que venimos.

¿Qué impresión les ocasionó despertar en el Caribe por primera vez?

LB:
El primer día que nos despertamos en el Caribe y que fuimos hasta la playa, veíamos que todo era diferente; la luz, los colores de las cosas, el olor, nos dio un ataque de risa de felicidad. Lo juro, y la verdad es que todo ha sido una experiencia; desde los sabores, los tiempos que tiene la gente, todo ha sido diferente, una experiencia super enriquecedora y que creo también marcará nuestro trabajo de aquí al futuro.

Ha despertado ganas no solo de continuar viniendo aquí, sino de seguir explorando pues el resto de las islas. Pensábamos que hay muchos temas interesantes que podemos trabajar. Igual suena utópico, el visitante que queda muy agradado y muy agradecido, pero realmente estamos muy impresionados y esperamos que durante años estemos trabajando.

“Aftersun”. 2019

“Aftersun”. 2019

“La noticia”, 2019

“La noticia”, 2019

Cada pintura que he visto de ustedes, dado que no intervienen digitalmente sus obras y sus referencias estéticas viajan por la tradición pictórica europea, posee un feeling analógico, como una manera desfasada de hacer las cosas. ¿Cómo se sienten como artistas en este contexto donde lo digital prima?

LB: A pesar de ser muy analógicos y de interesarnos mucho la profesión pictórica, es verdad que como acabamos hablando siempre de nuestro tiempo, lo digital está de otra manera. Está dentro de nuestra narrativa y de cómo construimos las imágenes. Por ejemplo, bocetamos muchísimo con el Photoshop, trabajamos con biblioteca de imágenes que tenemos archivadas en la nube, fotografías que nosotros sacamos. Buscar obras de arte, estudiar estilos, ampliar haciendo zoom, mientras estamos en nuestro pueblito gallego, todo es a través de internet.

Luego también es un alivio en el momento de practicar el oficio, volver a la pintura, relajarnos y es verdad que tenemos un gusto especial y disfrutamos mucho tener los pies en la tierra, en ese sentido de trabajar con lo que naturalmente tenemos.

La tecnología está presente en sus obras, especialmente los celulares, junto a las miradas perdidas de sus personajes, ¿Esta nueva alienación social impulsada por los móviles es algo que les preocupa o les divierte?

LB: Está claro que es un tema que da mucho qué hablar también porque estábamos todos un poco saturados e impresionados por esta nueva ola tecnológica. Dentro de unas cuantas generaciones se verá como algo positivo y un cambio de las comunicaciones desde la civilización, pero ahora mismo estamos debatiendo cuáles serán las consecuencias. Si de repente estamos demasiado imbuidos dentro de nuestros celulares o si por el contrario es una cosa positiva. Nosotros somos bastante positivos. Creemos que nos distraemos muchos porque debemos todos aprender a gestionar la cantidad de información, pero hay que ser positivos. El mundo está cambiando para bien. Pero sí, este tema nos da pie a exponer personajes muy sobreexpuestos, con miradas perdidas, distraídos.

“Venus”, 2018

“Venus”, 2018

Noto que en su obra la fauna, la ruralidad, la naturaleza, etc, son protagonistas. ¿Por qué? ¿Y cómo fue conocer un nuevo significado de lo que es rural? Alejados del monte, cerca de la costa.

LB: Nosotros realmente en España vivimos en el Atlántico también, en la costa. Ha sido ir una a otra muy diferente. Aquello también es rural, pero también son dos rurales donde el contexto es completamente diferente. Y nada, tanto la flora como la fauna son temas que nos interesan porque dice mucho del país, dice mucho de la zona, y da matices muy interesantes.

Tenemos la fortuna de conocer el Atlántico Norte, con su frío, su lluvia y oscuridad a veces. También duramos mucho viviendo en Italia, entonces el Mediterráneo y su luz, su brisa, también nos ha influenciado bastante. Evidentemente el arte y la cultura de esa cultura son fruto de ese ambiente. Y ahora lo estamos comparando con un tercer mar, y no podríamos estar más encantado por eso.

¿Cuáles elementos y espacios del paisaje dominicano les ha llamado más atención?¿Y cuáles de esos elementos han integrado en las obras que han realizado aquí?

LB: Sin duda cuando llegamos, además de lo que es la típica flora y fauna, que confirmamos cuando llegamos aquí; las playas, el color del mar, la luz del cielo, las palmeras; la zona entre lo urbano y el campo, tipo las Terrenas en Samaná; los colmados, que nos chocaron muchísimo, las tipografías a mano, las pinturas de carnicerías y pescaderías pintadas a mano, los personajes en el colmado, tan estrechos, pequeños, eso nos encantó y por eso fue lo primero que quisimos pintar.

Creo que una cosa que nos ha chocado y marcado mucho es el negocio local. El cómo son los negocios aquí, el tema de los pescadores, los colmados, las estructuras en las calles, todo eso lo hemos integrado en todos los cuadros.

“Coquero”, 2018

“Coquero”, 2018

“Limonera”, 2018

“Limonera”, 2018

“Retrato de chica con gorra”, 2018

“Retrato de chica con gorra”, 2018

¿Cuál es el proceso para comenzar una nueva obra? ¿Qué consideran como fundamental en su proceso?

LB: Lo que hacemos siempre es llevar el móvil o la cámara encima y tenemos una obsesión con el archivo y la documentación, entonces todo lo que nos va llamando la atención , las texturas y elementos, vamos fotografiando y tenemos un archivo enorme. Luego, a partir de esas cosas surgen ideas, las debatimos entre los dos, las diseñamos entre los dos, y luego cuando nos ponemos manos a la obra en la pintura ya es más por apetito, por quien le apetece pintar más qué.

La mirada absorta de sus personajes es un elemento que entiendo como característico de su obra, ¿Han encontrado la misma mirada en el ser dominicano que ven en el ser europeo?

LB: Nosotros lo que buscamos es una mirada constreñida donde expresemos los sentimientos y las acciones de los personajes de una manera sutil, sin exageraciones, sin pasarnos ese barroco, sin ser manierismo.

¿Cómo valoran las obras que realizaron en la residencia-taller? ¿Qué se encontrará el público tanto nacional como internacional con E’to Tiguere Tan Bien Chivo?

LB: Cada etapa, siempre que cambias de residencia, te vas a un sitio, te inspiras en cosas que no habías visto, siempre funciona como un revulsivo para el trabajo de uno, y yo creo que se nota. Es casi frustrante pensar el poco tiempo, nos hubiese gustado, vamos, ahora dan ganas de más meses, más años, hay piezas que se notan mucho en la exposición ciertos cambios de color, de dibujo, que es el principio de un camino que seguiremos explorando durante un tiempo.

En la exposición hacemos un recorrido desde la obra que traemos anterior, que tiene mucha influencia italiana, en contra posición a la que hemos hecho aquí. Enfrentar estas dos etapas y abrir un camino nuevo a todo lo que vendrá después de estado aquí.

“El Portillo, Samaná”, 2019

“El Portillo, Samaná”, 2019

Diego Onil y Dea Gómez

Diego Onil y Dea Gómez