Rostros y lugares
Texto por Felix Cordero
Fotografías por Ángela Saviñón
Ángela Saviñón recuerda que a los siete años tenía una cámara de rollo, roja, de Coca-Cola, que llevaba consigo al colegio. Siempre estuvo rodeada de cámaras; su padre siempre le sacaba fotos, y ella siempre estaba sacando fotos. Su necesidad de fotografiar es impetuosa, los múltiples álbumes y hard drives que conserva desde su infancia y adolescencia son evidencia.
Sus amistados resultaron ser sus musas; la conexión que poseen la permite saber cuál sería el ángulo idóneo para resaltar su belleza. Y claro, las flores. Presentes en gran parte de su trabajo a pesar de ser alérgica a ellas, ama el diálogo que se establece entre un cuerpo y un ramo de claveles.
En Argentina, empezó a descubrirse como fotógrafa, y se pudo reintroducir a la fotografía análoga desde un lugar de pura apreciación y experimentación. Ahora en Canadá estudia cine con una especialidad en cámara, enfocándose en el cine experimental. Pero su main-goal es realizar un máster en preservación de film, para preservar todo el celuloide que pueda. Eventualmente, aspira trabajar en un centro de conversación y educar a la gente para que lo preserve también.
“Creo que es necesario en estos tiempos donde este medio está resurgiendo, lo que estamos haciendo se preserven. No quiero que nada se pierda y que la gente pueda disfrutar de esas películas. “
Las fotografías a continuación fueron capturadas en Canadá y República Dominicana:
“Hay algo muy bonito con sacar una foto y no saber qué vas a recibir, y si eres quien revelas el rollo, disfrutar del proceso. Lo lindo del film es eso, que lo puedes hacer tú, y como soy una persona de procesos, me gusta agarrarlo, revelarlo, verlo, saber que estoy haciendo una foto en su estado puro.”
“Tengo la tradición de durar meses con un rollo en mi cámara y solo sacar una foto de cada lugar que voy. No hago siete fotos de la misma cosa pensando si me va a salir bien o no, sino que trato de confiar en mí. Luego guardo los rollos en una gaveta, las revelo después de dos semanas o un mes, y cuando las veo es como volver a vivir otra vez esa foto, ese momento. La persona que era cuando saqué esa foto no es la misma que soy ahora. Lo que estaba sintiendo cuando la saqué no es lo mismo que estoy sintiendo ahora, pero es bonito revivirlo y darle otro significado a ese momento. “
Para descubrir más trabajos de Ángela, pueden visitar su Instagram o su página web