Sin muchas distracciones, escuchas hacia adentro
Texto por Nadya Khoury
Fotografías por Leslie Soto y Pepe Melo
Arte de portada por Sam Méndez
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Es oportuno reconocer lo que consumimos, o más bien, lo que nos entretiene, lo que decidimos consumir. La música, siendo un medio tan estimulante y accesible, juega un papel importante para un espíritu crítico. En ocasiones, surge la necesidad también de utilizar el sonido como herramienta, dejando a un lado las palabras, para producir un paisaje sonoro inherente: es la incomodidad, calma, incongruencia e incertidumbre que Carlos Zouain (dis.Tant) busca provocar en su álbum debut, The Beauty of Dissonance.
Mientras Carlos estudiaba psicología y más tarde guión cinematográfico, se fue desenvolviendo en la música como “Cazz”. Apegado al EDM hasta el 2012 tocando junto a “House Commanders”, se une a “Nek”, un colectivo de la zona norte persiguiendo la música electrónica. “También hice un mixtape de rap bajo el nombre de “Blkmnsn”, a partir de ahí tuve un interés hacia una música más experimental.” Desde los ojos de un compositor, producir se acerca a una experiencia idílica en la que al momento de escuchar el producto final se sintiese como recordar un sueño. “Hay muchas veces que escucho una de mis canciones y pienso si de verdad la hice, no porque esté bien o mal, sino porque se me hace muy difícil recordar el momento exacto en que las hice. Me dejo llevar mucho del momento.”
Ha transformado su experiencia a través de sonidos durante diez años, y hace dos, entre Madrid y Santo Domingo nace Beauty of Dissonance. En una noche de noviembre 2020, entre melodías y percusiones sincopadas, se lanza el álbum en El Valle. Este lugar es, diría que por experiencia, un rincón en Samaná que le brinda magia a quien lo encuentre… “Es un lugar que te permite mucho ser tú mismo”, cuenta Carlos. “Te da ese boost final que necesitas para terminar de soltarte. Un lugar amplificador de frecuencias, en la que tu onda, buena o mala, se amplifica. Tienes un respiro, sin señal y sin muchas distracciones escuchas hacia adentro.”
La calma que encuentro en The Beauty of Dissonance es una calma que no se siente estática. Parece ser una combinación entre una sensación reflejada y un deseo. Imaginémonos que tenemos punto “a” y punto “b”, ya sean los puntos creencias, sonidos o emociones que convergen y crean tensión entre sí, sería entonces lo que ocurre en el intermedio, precisamente la belleza de la disonancia, y lo que nace de ella: la melodía.
Una forma de expresar lo que se conoce, mientras se va entendiendo lo que no. “Si me siento muy triste intento hacer música para documentar lo que estoy sintiendo, hacer música es como contar una historia”, afirma Carlos. “Vamos buscando la manera de hacer una base bien estable, pero también improvisar bastante… Que es lo mismo que hago con las historias cuando trabajo en cine.” Durante la producción artística se refleja lo que se ha descifrado (lo consciente), pero la magia sucede cuando lo que no entendemos de nosotros mismos, de nuestro arte, se revela y da sentido tanto al proceso de hacer la obra, como a la obra en sí. “Dibujo los patrones percusivos y los veo gráficamente antes de escucharlos, mucho de lo que le ando corriendo a la música electrónica es esa repetición.”
En “merging”, la octava de diez piezas que tiene el álbum, Carlos junto a Rene Gabriel, nos sumergen en un dinamismo de sonidos similar al ritmo de hechos que ocurren dentro de un lapso determinado de tiempo. Lo aleatorio en esas interconexiones que idílicamente llamamos coincidencias refuerzan la comodidad en las irregularidades y el desistir de The Beauty of Dissonance hacia lo repetitivo.
República Dominicana es, por idiosincrasia, un país de algarabía; no lo digo como un aspecto negativo, es parte de nosotros, pero el silencio y sigilo también es importante, emocionante y estimulante. Adquirir una disposición a escuchar y dejar dejar de escuchar, con el fin de voluntariamente elegir lo que vaya con nuestros gustos personales es lo que nos acerca a una educación auditiva. Así, estimulándonos desde el intelecto a la emoción, ampliaremos nuestra capacidad de comprensión y apreciación al mundo. “La manera en la que uno consume arte es para mí la manera en la que uno consume el mundo.” expresa Carlos, ”Digamos que estás dispuesto a escuchar algo diferente… Cuando coges esto y lo extrapolamos al mundo real, quiere decir que estás dispuesto a tener una experiencia diferente”.
Eduardo Baldera, para quien Carlos escribe música también, y con quien siempre he estado compartiendo ideas, ayudó a mezclar el álbum; Diego Raposo forma también parte del colectivo, quien junto a Mauro Ferreiro (de Error Subcutáneo) masterizaron el álbum, “ya antes de conocerlo admiraba mucho su proyecto, Error Subcutáneo me encanta”. Samuel Méndez hizo artwork, la cual fue una experiencia mágica para Carlos. “Visualizamos el sonido mediante un programa y lo adaptamos al nombre del álbum. Poniéndolo en forma de un círculo funcionaba porque la primera y última canción son básicamente una, siendo la segunda una versión ambient de la primera.”
Para marzo del 2021 Carlos, junto con una recopilación de contenido inédito, se prepara para lanzar su segundo álbum, filmar el cortometraje “Una historia contada en Jazz” y desarrollar su guión de largometraje “Suricato”. De figuras como Thom Yorke, Floating Points y Four Tet, bebe la electrónica etérea de “Dis.Tant”, que al igual que Alina Labour, Rene Gabriel y Boundary, es uno de los pocos artistas dominicanos que encuentran en el ambient y minimal un hogar, un lugar seguro.